Somos 1,1 millones de ciudadanos europeos que exigimos el fin de los pesticidas. Queremos alimentos sanos y una agricultura sostenible. Pedimos ayudas para que los agricultores trabajen con la naturaleza. Ha llegado la hora del cambio. Su apoyo es esencial.
El Parlamento Europeo votó en contra de la propuesta para reducir los pesticidas este 22 de noviembre de 2023. Los conservadores hicieron lo que la industria de los pesticidas les pidió y consiguieron el apoyo de políticos liberales y de derecha. Ignorando a científicos y ciudadanos que les pedían que pusieran la salud de los ciudadanos y agricultores y la biodiversidad por encima de los intereses de la industria química.
Ajustaremos el texto en nuestra herramienta para escribir a los ministros y miembros del Parlamento de la UE de tu país (a la derecha (o abajo en tu móvil). Pronto daremos nuevas sugerencias. Por ahora, puedes añadir tu propio texto y enviar un mensaje. Tu voz cuenta, por un futuro sano para nosotros, nuestros hijos y nietos.
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Iniciativa Ciudadana Europea "¡Salvemos a las abejas y a los agricultores!"
Eliminar gradualmente los plaguicidas sintéticos en la agricultura de la UE en un 80% para 2030, empezando por los más peligrosos, para alcanzar el 100% en 2035.
Restaurar los ecosistemas naturales en las zonas agrícolas para que la agricultura contribuya a la recuperación de la biodiversidad.
Reformar la agricultura priorizando: pequeña escala, diversidad, sostenibilidad y prácticas agroecológicas, así como formación e investigación independientes en el ámbito de la agricultura libre de plaguicidas y de Organismos Modificados Genéticamente.
La agricultura europea está llegando a un callejón sin salida. Las políticas agrícolas que se orientaron unilateralmente hacia el aumento de los rendimientos mediante el incremento del uso de agroquímicos tóxicos han llevado al ecosistema al borde del colapso. Día tras día, la diversidad biológica que sustenta nuestros sistemas alimentarios está desapareciendo, poniendo en grave peligro el futuro de nuestros alimentos, nuestros medios de subsistencia, nuestra salud y nuestro medio ambiente.
Cada vez desaparecen más abejas, mariposas y otros insectos de los paisajes europeos y las aves -antes tan comunes- cada vez se oyen menos en el mundo rural. Los ríos están siendo contaminados y tanto el medio ambiente como la ciudadanía son continuamente expuestos a un cóctel venenoso de plaguicidas sintéticos.
Una Iniciativa Ciudadana Europea es diferente de una petición "normal": es un instrumento democrático oficial que permite a los ciudadanos de la UE ayudar a dar forma a Europa pidiendo a la Comisión Europea que proponga un acto legislativo. Si conseguimos reunir un millón de firmas, la Comisión se verá legalmente obligada a ocuparse de nuestras demandas.
No tenemos control sobre los datos necesarios para la firma de una Iniciativa Ciudadana Europea por parte de los Estados miembros. Los respectivos Estados miembros de la UE determinan qué datos deben recopilarse para que las firmas sean válidas y se cuenten. Por esta razón, en una ICE es necesario disponer de más datos personales de los que está acostumbrado en otras "peticiones". Sin embargo, todos los datos recogidos en el "Paso 2" de nuestra acción no nos serán transmitido, sino que serán enviados directamente a un servidor seguro situado en Alemania, utilizando un software especialmente certificado (OpenECI), para que las autoridades nacionales responsables puedan verificar la validez de su firma. Esto es necesario porque una ICE es un instrumento oficial de la UE, por lo que hay que comprobar si las firmas proceden realmente de ciudadanos de un Estado miembro de la UE. Sus datos personales serán eliminados de forma permanente tras la verificación oficial por parte de las autoridades nacionales. Nos complacería que, tras esta explicación, usted completará el paso 2 de la ICE. Sólo entonces habrá sido firmada la ICE y su firma podrá ser contabilizado.
Hay muchas posibilidades. Puedes apoyar la ICE:
Naturalmente, sus datos se transmitirán de forma segura y encriptada. Todos los datos recogidos en el "Paso 2" al firmar la ICE con el software certificado por la Comisión Europea (OpenECI) van directamente a un servidor seguro. No se nos enviarán y por esta razón no es posible enviarle una confirmación de su participación. Sólo las autoridades nacionales competentes pueden inspeccionar las firmas para comprobar su validez. Esto es necesario porque una ICE es un instrumento oficial de la UE. Sus datos personales serán eliminados de forma permanente tras la verificación oficial por parte de las autoridades nacionales.
Si, firme de nuevo si no está seguro. Su firma es válida y se cuenta una sola vez. El software detecta automáticamente las dobles firmas y clasifica los duplicados.
En el caso de la firma online:
Si esto no funciona, la única solución es
Dependiendo de los datos requeridos por estos estados miembros, puede tener la posibilidad de elegir entre firmar su nacionalidad o su país de residencia, teniendo en cuenta que solo puede registrarse una vez para la iniciativa "Save Bees and Farmers".
Los datos que proporcione en su firma determinarán en qué estado miembro se contará su firma.
Ejemplo: Un austriaco que vive en Estonia puede...
… complete el formulario para Estonia, proporcionando sus nombres completos, apellidos, dirección, fecha y lugar de nacimiento y nacionalidad; en este caso, su firma será verificada y por lo tanto contada en Estonia
… o complete el formulario para Austria, proporcionando además de los datos anteriores un número de documento de identificación personal de la lista aceptada por Austria; en este caso, su firma será verificado y por lo tanto contada en Austria.
Depende del estado miembro en el que tienes la nacionalidad.
Según sean los requerimientos de cada uno de los estados de la UE, podrás firmar online o no. Esto es debido al hecho de que algunos estados miembros requieren una dirección.
Para aquellas personas que puedan firmar, la firma será tenido en cuenta en el estado del cual sean ciudadanos.
Quienes no puedan firmar online pueden imprimir la hoja de firma en papel, rellenarla con sus datos y enviarla.
Cuando un agricultor decide pasarse a la agricultura ecológica certificada, se necesitan tres años para que su tierra y sus cosechas reciban la etiqueta ecológica (no empleando ningún pesticida sintético en el proceso de producción). Esta transformación es intensiva en conocimientos y requiere la formación y adaptación del agricultor. Por lo tanto, consideramos que 15 años es un período de tiempo suficiente para formar a los agricultores en la adopción de prácticas libres de plaguicidas. 15 años permitirían una transición sin problemas y con objetivos claros.
Además, ya hemos desaprovechado la oportunidad de realizar cambios menos ambiciosos y de una conversión agrícola más lenta. Ya en 2008, la Evaluación Internacional del papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD en sus siglas en inglés), iniciada por el Banco Mundial, advirtió en su informe final: "El mantenimiento de la situación actual no es una opción". Pero esta advertencia no se convirtió en acciones. Como resultado, se han perdido diez valiosos años para la transformación de la agricultura, hasta que en mayo de 2019 la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), presentó su Informe de Evaluación Global sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas, que reiteró la advertencia: "seguir como siempre no es una opción". Unos meses después, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) presentó su informe sobre la relación entre el uso de los suelos y las emisiones de gases de efecto invernadero. Ambos organismos de la ONU, IPBES e IPCC, han advirtido que la ventana de oportunidad para implementar medidas que evitaren el colapso inminente del clima y los ecosistemas del mundo se cerrará muy pronto.
Dado que los anteriores responsables de la toma de decisiones no "escucharon" el mensaje y no actuaron, simplemente no podemos esperar más. Nuestra generación es la última que todavía tiene el poder de tomar medidas eficaces para detener la pérdida de biodiversidad y el cambio climático. Según el IPCC, si no actuamos ahora, corremos el riesgo de sobrepasar el punto de no retorno dentro de diez años
Hay muchos factores que contribuyen a la extinción de las especies. El informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) 2019 lo ha dejado claro. Las principales causas son el cambio de uso de los suelos, la contaminación, el cambio climático y la proliferación de especies invasoras, en las que el cambio de uso de la tierra y la consiguiente contaminación del aire, el agua y el suelo son causados por la agricultura, la silvicultura y la urbanización, dado que 71 % del total de la tierra disponible se utiliza para la agricultura y la silvicultura.
El uso de plaguicidas sintéticos es un factor doble de extinción de especies: por una parte el efecto nocivo inmediato, como consecuencia de su toxicidad para insectos, aves, anfibios, así como para el suelo y los organismos acuáticos. Por otra, los plaguicidas han permitido un modelo de agricultura intensiva que depende en gran medida de monocultivos intensivos que no dejan espacio para la diversidad de especies (agrobiodiversidad). En otras palabras, la intensificación contínua del control químico de plagas desde la década de 1960 ha hecho que el uso de los mecanismos biológicos naturales para el control de plagas -como la protección de hábitats y nichos ecológicos para los insectos benéficos, o el uso de variedades de cultivos resistentes- parezca obsoleto, a pesar de que es la clave para una agricultura libre de pesticidas. Para restaurar estos ecosistemas naturales y permitir la diversidad de especies en las, es indispensable implementar prácticas libres de pesticidas. Afortunadamente, las pruebas demuestran que la recuperación de la biodiversidad puede producirse con relativa rapidez cuando se adoptan medidas para restaurar los hábitats paralelamente al abandono del uso de plaguicidas sintéticos.
No, esta imagen es planteada muy a menudo por la industria de los plaguicidas para asustar a los agricultores y a los ciudadanos. El hecho de que una futura agricultura compatible con la biodiversidad pueda prescindir de los plaguicidas sintéticos no significa que no deba aprovechar la increíble cantidad de conocimientos científicos e innovaciones tecnológicas de que se dispone actualmente.
Como ya se señaló en el informe de la Evaluación Internacional del papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD en sus siglas en inglés) en 2008, el factor decisivo para combatir el hambre en el mundo no es la maximización de la productividad, sino la disponibilidad de alimentos y sus medios de producción a nivel local. Para ello, la mejor garantía son los sistemas de pequeña escala, con sus beneficios ecológicos y sociales.
Los recientes avances tecnológicos, como el cambio de las máquinas pesadas a los robots agrícolas ligeros, autónomos en cuanto a energía y auto-conducidos, son prometedores. Estos avances tecnológicos podrían, por ejemplo, permitir el monitoreo mecánico de vegetación adventicia para asegurar un equilibrio controlado entre los cultivos y resto de plantas, manteniendo así una diversidad ecológica de insectos beneficiosos para contener las plagas.
Contrariamente a los mensajes de la industria de los plaguicidas o de los portavoces de los grandes sindicatos de agricultores, existe una gran diversidad de opiniones en la comunidad agrícola. Mientras que las grandes asociaciones de agricultores han defendido hasta ahora de manera persistente el sistema agroindustrial y han combatido sistemáticamente las restricciones a los plaguicidas, un número cada vez mayor de grupos de interés más pequeños y de agricultores consideran que la dependencia de la agroindustria (productores de plaguicidas sintéticos, semillas y fertilizantes) y de sus productos es una fuerza impulsora de la crisis en la que han caído explotaciones agropecuarias y ecosistemas.
Para nosotros, organizadores de la iniciativa ciudadana, será decisivo si conseguimos mostrar las perspectivas de cambio y convencer a los agricultores no solo de que la agricultura sin plaguicidas es posible, sino también de que a largo plazo es la mejor opción. Por lo tanto, queremos aprovechar el año que viene no solo para recoger firmas para nuestra iniciativa ciudadana, sino también para entablar un diálogo con los agricultores y sus organismos representativos.
El precio más alto que podemos pagar por nuestros alimentos es la devastación de nuestros medios de subsistencia y los medios de subsistencia de nuestros hijos y nietos. Y es precisamente el precio que estamos pagando actualmente en todo el mundo cuando compramos alimentos baratos y producidos de forma insostenible. La forma en que actualmente producimos amenaza el suministro de alimentos en el mundo, tal y como ha afirmado la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en un informe exhaustivo sobre el estado de la agricultura y la biodiversidad en febrero de 2019. La razón por la que todavía compramos alimentos a bajo precio es que el coste real no aparece en la cuenta del supermercado. Lo pagamos quemando bosques, contaminando el agua, erosionando el suelo, contaminando el aire que respiramos y con los residuos químicos en nuestros alimentos. Los plaguicidas, así como los alimentos de baja calidad, tienen importantes impactos en la salud, que implican importantes costos sociales (cánceres, enfermedades de Parkinson, problemas reproductivos, etc.).
Por lo tanto, debemos poner fin a este sistema desastroso. Los agricultores que producen alimentos de forma sostenible deberían ser recompensados, mientras que los alimentos importados producidos con plaguicidas sintéticos deberían estar sujetos a fuertes impuestos. Además, por lo general, los agricultores no se ganan la vida dignamente en la UE a pesar de que se preocupan por producir los alimentos que constituyen la base misma de nuestra salud. Los responsables políticos deberían garantizar una renta decente para los agricultores, manteniendo al mismo tiempo los alimentos en precios asequibles.
¡De hecho, esa es una de nuestras demandas! En el anexo de nuestra ICE declaramos que son necesarias medidas de acompañamiento para garantizar que los alimentos sin plaguicidas producidos en Europa no estén sujetos a la competencia de alimentos baratos de terceros países producidos con plaguicidas.
Esto puede garantizarse de diversas maneras, ya sea mediante una prohibición general de los alimentos que no estén certificados como producidos sin plaguicidas sintéticos, o incluso mediante un impuesto elevado y/o la subvención de productos europeos que hayan sido producidos de una manera respetuosa con la biodiversidad. Es evidente que estas medidas son indispensables para la protección de la agricultura europea. Al mismo tiempo, es de esperar que una política comercial de este tipo pueda tener efectos positivos para un cambio de sistema en otras partes del mundo. Sin embargo, como esto afecta a los acuerdos comerciales internacionales, y éstos no pueden estar sujetos a las ICE, esta demanda está (sólo) incluida en el Anexo de la ICE y, por lo tanto, no pertenece formalmente a sus demandas centrales. Pero una cosa está clara para nosotros: todos tendremos que ocuparnos de esta cuestión política, porque la transformación solo puede producirse si se excluye la competencia desleal de productos que no cumplen normas ecológicas similares.
La Evaluación Internacional del papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD) hace unos diez años dio una respuesta a la pregunta de cómo alimentar a una población mundial que habrá crecido hasta los 9.000 millones previstos para 2050. Sus recomendaciones clave incluían la mejora de los métodos agrícolas agroecológicos y de bajos insumos, la mejora genética vegetal para aumentar la resistencia a las modificaciones del clima, la temperatura y las plagas, así como la compensación por los servicios ambientales y la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles. Sin embargo, lo que no encontrará en el informe son recomendaciones sobre el uso de plaguicidas para asegurar el suministro de alimentos en el mundo. Por el contrario, la IAASTD recomienda la sustitución de agroquímicos por biocontrol. La afirmación de que los plaguicidas son necesarios para asegurar el suministro mundial de alimentos no es más que el relato de los grandes grupos agroquímicos, que ganan miles de millones de euros con la venta de sus plaguicidas. No hay evidencia científica que apoye tal afirmación, es sólo un mito.
En las últimas décadas, el desarrollo de la agricultura ecológica y la aplicación de la agroecología han demostrado claramente que la agricultura sin plaguicidas es una opción muy real. Requiere de un programa intensivo de conocimientos y de la adaptación de los agricultores.
Es importante asesorar y apoyar a los agricultores en su transición. Para ello, es necesario crear las condiciones económicas necesarias.
En algunos casos, también se debe promover la investigación sobre métodos agroecológicos a través de los recursos públicos liberados por la renuncia a las inversiones en agroquímicos.
En las últimas décadas, se han invertido miles de millones de euros de fondos públicos y privados en el desarrollo, la fabricación y la regulación de plaguicidas sintéticos y en la compensación de los efectos negativos que han causado en el medio ambiente y la salud. En el futuro, los recursos públicos deberían financiar la investigación en agroecología para mejorar la producción respetando el medio ambiente. Los resultados de la investigación deben llegar rápidamente a los agricultores y ayudarles a mejorar sus prácticas.
Ante el cambio climático, el abandono del modelo agrícola basado en el uso intensivo de agroquímicos es clave para el futuro de nuestra producción. El cambio climático pondrá a la agricultura frente a fenómenos meteorológicos extremos sin precedentes y una mayor presión de las plagas. Es precisamente frente a estos desafíos que es aún más importante asegurar la resiliencia necesaria a través de agroecosistemas que sean tan fuertes y resistentes como sea posible, con la correspondiente diversidad de especies. Por ejemplo, los métodos de producción agroecológica son menos susceptibles a las sequías, ya que los suelos con altas tasas de carbono almacenan más agua. También favorecen la formación de humus en el suelo y eliminan el CO2 de la atmósfera. Esto es particularmente importante porque para cumplir el objetivo de 1,5 oC del IPCC, será necesario que las emisiones de CO2 de la producción de alimentos sea negativa en todo el mundo. Esto significa que la cantidad de CO2 de la atmósfera que entra en el suelo para contribuir a la formación de humus es superior al emitido en total por los procesos agrícolas (esta contribución podría ser compensada, por ejemplo, mediante una remuneración).
El informe de la IAASTD ya afirmaba que la "ingeniería genética verde" ha creado hasta ahora más problemas que soluciones y ha dirigido unilateralmente el interés de la investigación hacia los productos patentable.
La gran mayoría de las variedades Modificadas Genéticamente que se venden hoy en día son resistentes a los plaguicidas y, por lo tanto, conducen a un mayor uso de plaguicidas en el campo, o bien están modificadas genéticamente para producir ellos mismos plaguicidas y, por lo tanto, ponen en peligro los ecosistemas. Nuestra iniciativa ciudadana para la protección de la biodiversidad y de las pequeñas explotaciones agrícolas pide explícitamente que se promueva la formación y la investigación independientes y rurales en el ámbito de la agricultura sin plaguicidas y sin OMG. Por lo tanto, es indiscutible que la obtención y selección de semillas debe promoverse y ampliarse utilizando técnicas convencionales.
Somos una gran alianza de ONGs, iniciativas agrícolas, movimientos de base, asociaciones apícolas y científicos.
Nuestro objetivo es conseguir un cambio de paradigma en la agricultura europea, para que se convierta en un modelo que satisfaga las necesidades del medio ambiente, de los agricultores y de los ciudadanos. Juntos, queremos recoger al menos un millón de firmas para la Iniciativa Ciudadana Europea "¡Salvemos a las abejas y a los agricultores! La iniciativa está coordinada por las organizaciones que se enumeran a continuación.
Miembros del Círculo de Organizadores:
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